Las artes no son una frivolidad, sino una necesidad. En momentos de crisis, las artes nos ofrecen esperanza, inspiración, consuelo y conexión.
Nos ayudan a expresar nuestras emociones, a comprender otras perspectivas, a desarrollar nuestra creatividad y a enriquecer nuestra cultura. Las artes son un motor de innovación, de educación, de inclusión y de transformación social.
Las artes son buenas para la comunidad, porque generan beneficios tanto individuales como colectivos. Las artes estimulan el bienestar, la salud mental, la autoestima y la resiliencia de las personas. Las artes fomentan el diálogo, la diversidad, la participación y la cohesión de los grupos. Las artes impulsan el desarrollo económico, el empleo, el turismo y la atracción de talento de las regiones.
Las artes son convenientes para las marcas, porque les permiten crear una identidad diferenciada, una reputación positiva, una relación cercana y una fidelidad duradera con sus públicos. Las artes le dan a una marca la oportunidad de mostrar su compromiso social, su responsabilidad ambiental, su apoyo al talento local y su contribución al bien común. Las artes le aportan a una marca valor, prestigio, visibilidad y reconocimiento.
Por todo esto, es importante invertir en actividades culturales incluso en los momentos económicamente más duros.
Porque las artes no son un lujo, sino un derecho.
Porque las artes no son un gasto, sino una inversión.
Porque las artes no son un problema, sino una solución.