Los economistas norteamericanos William J. Baumol
y William G. Bowen identificaron este fenómeno económico en los años 60, en su
libro “Performing Arts, the Economic Dilemma: A Study of Problems Common to
Theater, Opera, Music and Dance”.
Pensemos en 2 mundos paralelos,
uno en el que la tecnología avanza a pasos
agigantados (por ej., la industria automotriz) y otro en donde la creatividad y
la interpretación humana son insustituibles (como en una ópera). En este segundo
mundo, los artistas no pueden ser reemplazados por máquinas. Y he aquí el gran
dilema que enfrentan quienes producen espectáculos en vivo: mientras
la productividad en la fabricación de autos
aumenta y los salarios también suben, en el campo artístico, no se puede
apretar un botón para duplicar a un bailarín o a un cantante. La producción
sigue siendo intensiva en mano de obra y las habilidades no se vuelven más
eficientes con el tiempo. Por lo tanto, los costos aumentan sin que la
productividad lo haga… y mientras un auto se ensambla hoy más rápido que hace
10 años, un concierto de Mozart se sigue tocando tal como fue compuesto por él
hace 300 años.
Pero no todo está perdido. Hay soluciones que los espacios culturales
implementan para superar este mal tremendo que afecta al mundo de las artes y
en especial, de la producción en vivo. Es así como la creatividad, la
adaptabilidad, la innovación y la diversificación son clave para enfrentar el
mal de costos.
Aquí algunas ideas a considerar.
1. Las
nuevas tecnologías interactivas que ya
vemos en teatros y museos hace años se van sofisticando cada vez más, y pueden
ser atractivas para nuevos públicos más jóvenes. Las aplicaciones móviles que proporcionen información adicional
sobre las obras de arte o permitan a los espectadores interactuar con la
narrativa de una obra teatral son ejemplos.
2. La
creación de experiencias inmersivas que vayan más allá de la simple observación
como instalaciones multimedia, proyecciones 3D o recorridos temáticos participativos
también pueden aumentar el valor percibido y justificar precios más altos en
los tickets
3. Colaborar
con otras instituciones culturales, como galerías de arte, compañías de danza o
festivales, puede reducir costos compartiendo recursos y promoviendo eventos
conjuntos en alianzas que resulten estratégicas para todos.
4. La
búsqueda de patrocinios corporativos aporta fondos, productos y servicios que aportan beneficios a los proyectos culturales
y a las marcas.
5. La
diversificación de ingresos es clave, ofreciendo funciones exclusivas,
alquilando los espacios para eventos privados, desarrollando merchandising, sumando ítems especiales como catering, charlas, visitas guiadas, meet&greet, etc.
6. Desarrollar
programas educativos para escuelas y grupos comunitarios, además de cumplir con
una misión cultural, es otra forma de generar ingresos y fomentar a futuros clientes.
7. Y
los clásicos de siempre que los teatros conocen muy bien y que los ayudan buscar
un equilibrio entre la sostenibilidad financiera y su misión artística: Aumentar
la cantidad de funciones. Realizar promociones especiales para los días de menor
venta. Implementar estrategias de precios dinámicos basados en la demanda. Programar
temporadas combinando producciones más y menos costosas, equilibrando costos.
Además, contamos con la
Inteligencia Artificial llegó para quedarse, proveyendo nuevas herramientas que
ya están ayudando a hacer algunos procesos creativos más eficientes, con
grandes resultados. Y eso, es tema para un futuro posteo.
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